Ensayos para licenciados - Loreanne Ugochukwu: No dejes que nadie te haga creer que no puedes

Asistí a la escuela de cosmetología justo después de graduarme en el instituto en 1995. Llevaba toda la vida obsesionada con el cabello y me sentía destinada a tener un salón, enseñar a otros cómo hacerlo y mejorar mientras me mantenía al tanto de las tendencias. Me saqué el carné de maestra y di clases durante un tiempo, pero acabé trabajando en un salón de alta gama en Oak Park, Illinois, durante unos 10 años antes de casarme con mi amor del instituto. Empezamos a tener hijos y la maternidad se apoderó de mí a lo grande. Siempre quise tener una familia y ser ama de casa, así que mis días a tiempo completo en el salón pasaron a un segundo plano y agradecí que mi profesión me permitiera trabajar a tiempo parcial y quedarme en casa con mis hijos.

Había llegado a un punto en el que sabía peinarme bien, pero me faltaba la pasión. Empecé a sentir que eso no era lo único que estaba destinada a hacer el resto de mi vida, pero no sabía qué era lo siguiente y, con cuatro niños pequeños, no veía cuándo ni cómo hacerlo realidad.

Recuerdo haber pasado en coche por delante del Elgin Community College unas cuantas veces a lo largo de los años y pensar: "Vaya, qué terreno tan bonito". No se parecía en nada a lo que yo había imaginado que sería un colegio comunitario. Me animé a volver a estudiar después de escuchar un anuncio en la radio que hablaba de que obtener un título en dos años te permitiría trabajar con niños en hogares de acogida.

Después de comentárselo a una amiga, me dijo que era una profesión dura y no muy bien remunerada. Pensé: "Bueno, probablemente tenga razón. ¿Por qué querría yo dedicarme a eso?". No lo descarté, pero desde luego le di carpetazo. Mi amiga no tenía malas intenciones, sino que miraba por mí a su manera; sin embargo, como en aquel momento desempeñaba un papel bastante importante en mi vida, en lugar de averiguarlo por mí misma, dejé que sus palabras decidieran por mí. Tardé siete años en decidirme.

La pandemia fue un momento duro para muchos de nosotros, pero también fue un momento de claridad y de adquirir una perspectiva clara de los próximos pasos que quería dar en mi vida. No tenía sentido que empezara a estudiar ahora, pero pensé: "¿Alguna vez será así?". Mi madre acababa de mudarse conmigo y mi familia de seis miembros, y muy pronto me di cuenta de que había heredado lo que mi abuela había padecido hacía tantos años: demencia.

A pesar de ello, estaba decidida a empezar la escuela. Era algo que tenía que hacer por mí misma sin más demora. Me inscribí en dos clases en línea en el otoño de 2021. No sabía qué esperar, pero ponerme en contacto con un asesor de ECC cambió mi vida.

Tracy me guió en la elección de las clases, y de nuestras conversaciones a lo largo de ese primer semestre, pensó que debería probar una clase de servicios humanos. Ese semestre de primavera realmente cimentó mi camino y mi viaje en ECC.

Mi primera clase con la Dra. Liddy Hope fue simplemente increíble. Todas mis clases de servicios humanos han sido brillantes, pero esa primera fue solidificadora. Había encontrado mi lugar y mi gente. Tenía la sensación de que era aquí donde debía estar y lo que debía hacer. Nunca imaginé que vería mi nombre en la Lista del Decano o en la Lista del Presidente, o que me invitarían al programa de Honores.

No estoy segura de que la Dra. Hope sepa el hermoso y positivo impacto que ha tenido en mí. He aprendido mucho de ella y lo llevaré a todas partes mientras sigo adelante para utilizar mis habilidades en la comunidad.

ECC me acogió, apoyó y animó de una forma que agradeceré eternamente. Nunca pensé que volvería a estudiar a los cuarenta y tantos y tendría éxito, pero aquí estoy. Nunca digas nunca, vive tus sueños, no dejes que nadie te haga creer que no puedes y no te rindas.

Loreanne Ugochukwu (24)

Asociado en Ciencias Aplicadas - Generalista de Servicios Humanos

Pingree Grove, Ill.

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